Todo eran nervios. ¿Me quedaría en blanco?, ¿recordaría la intención de mi personaje en cada línea?, ¿respondería en el momento adecuado a mi compañera?, ¿me desplazaría por el escenario o solo deambularía?, ¿funcionaría nuestra escena? Empezamos a preparar la muestra de fin de curso del taller de teatro de adultos después de Semana Santa: reparto de escenas, memorización, creación del personaje, ensayos en el escenario bajo la supervisión de las directoras… Es sorprendente la magia que pueden crear un grupo de entusiastas, inexpertos en diferentes grados, bajo la dirección de dos estupendas profesionales que aúnan conocimiento, paciencia y habilidad en el manejo de los miedos de cada uno de sus alumnos.

Un curso en el taller de teatro ha bastado para que me dé cuenta de que soy más valiente de lo que pensaba: Núria, Aloma y mis compañeros me han ayudado a descubrirlo y a que disfrute encima de las tablas. Entre todos logramos que los asistentes a la muestra también disfrutaran. Objetivo conseguido.

El año que viene, más y mejor.

Marina Ferrer