Una vez más la Quinta Asturias reunió una de las celebraciones tradicionales en el Alt Camp que se ha convertido, desde hace años, en una fiesta gastronómica por toda Cataluña. Son ya millones los calçots que se consumen por todas partes.

Desde que la calçotada dejó de ser una excusa para que amigos y familiares disfrutaran de un día de fiesta en los diferentes caseríos, y se convirtió en un gran atractivo gastronómico de nuestra cocina, se hacen calçotadas en cualquier parte donde pueden llegar los calçots.

Los últimos años son muchos los restaurantes que en Madrid ofrecen la versión que, de la fiesta familiar, se popularizó en los restaurantes de Valls y sus alrededores, pero que desde la segunda mitad de los años 90, por iniciativa de un grupo de tarraconenses residentes en Alcalá de Henares, con la colaboración del Círculo, la Asociación de Amigos de las Comarcas tarraconenses y la Cámara de Comercio de Valls, intentamos reproducir la fiesta original.

Pocos días antes de que la Covid-19 nos dejara a todos en casa, y comenzaran los efectos de la pandemia que se resiste a dejarnos, a la hoguera que, año tras año, se enciende en la Quinta Asturias se cocinaron más de 3000 calçots que cerca de 150 amigos, catalanes, asturianos y madrileños nos encargamos de degustar con el romesco que, al igual que los calçots, viene puntualmente desde Valls.

Calçots, patatas asadas, romesco y butifarra, junto con la sidra y el arroz con leche, típicos asturianos, sirven para acercar y fortalecer la amistad que une al Centro Asturiano y al Círculo Catalán, ambos de Madrid.